En 'Pasión y Muerte de Gabriel Macandé' se nos narra, sin pretensión de flamencología alguna, la vida de un hombre humilde, vendedor ambulante de caramelos durante el día, para quien el flamenco no era ni arte ni producto de comercio, sino al contrario, expresión de su propio y desgraciado deambular. Mayor pureza flamenca es difícil de imaginar, si no es yéndose a los primitivos cantaores -1780 y 1840-, aquellos anónimos creadores del martinete y la siriguiya, que encontraron en el cante la vía única para dejarnos testimonio de su marginación, de su paso por los penales o de sus muertes en hospitales de caridad. Entendemos que la radical pureza flamenca de Gabriel Macandé, legitima y justifica sobradamente el trabajo que ahora nos presenta Eugenio Cobo