Vida de carnaval : de máscaras, parodias, literatura y carnavalización / Agustín García Calvo, Mijail Bajtin, Julio Caro Baroja entrevistado por Emilio Temprano

Por: García Calvo, Agustín, 1926-Colaborador(es): Bajtin, Mijail Mijaïlovich (Mikhaïl Mikhàilovitx), (1895-1975) | Caro Baroja, Julio, (1914-1995) [entrevistado] | Temprano, Emilio [entrevistador]Tipo de material: TextoTextoSeries Colección Pereza activa ; 1Detalles de publicación: Madrid : Libros Corrientes, 2018 Descripción: 113 p. ; 22 cmISBN: 9788494843426Tema(s): Carnavales -- Historia y crítica | Fiestas -- Historia | Folclore -- En la literatura | Vida social y costumbres -- Historia | Literatura -- Temas, motivosResumen: «La mecanización de la fiesta, la planificación industrial y comercialización de la misma (Navidades, Reyes, días del padre y de la madre...) o esas formas minúsculas de celebración en discotecas, «pubs», bares, pequeñas sociedades corpusculares, le quitan toda posibilidad de una mayor participación de la colectividad». (Julio Caro Baroja entrevistado por Emilio Temprano). -- «Las grandes ciudades de la baja Edad Media (tales como Roma, Nápóles, Venecia,París, Lyon, Nuremberg, Kóln, etc) llevaban durante tres meses al año -si no más, si sumamos todas las fiestas- una vida absolutamente carnavalesca. Puede decirse (manteniendo evidentemente ciertas reservas) que el hombre de la Edad Media tenía dos vidas: la una oficial, monolíticamente seria y limitada, sometida a un orden jerárquico rígido, penetrado de dogmatismo, de temor, de veneración, de piedad, y la otra de carnaval y de plaza pública, libre, llena de risa ambivalente, de sacrilegios, de profanaciones, de envilecimientos, de inconveniencias, de contactos familiares con todo y con todos». (Mijaíl Bajtín). -- «Habéis oído todos hablar de la institución de las orgías, también en los pueblos llamados primitivos, que estaban destinadas justamente a esto, es decir, a procurar una especie de desahogo en plazos limitados, en días limitados -un día al año, un día a la semana- de aquello que se sospechaba que en el pueblo podría resultar peligroso si no encontraba este desahogo. Y de esta manera, concediendo el desahogo de la orgía pues, naturalmente, se aseguraba el orden total y, sobre todo, se aseguraba por medio de lo que he dicho: que la alternancia entre días rojos y días negros, entre la fiesta y el trabajo, produjera la creación de ese tiempo vacío, ese tiempo siempre destinado al futuro, siempre destinado a la muerte, que es el tipo de tiempo que Capital y Estado necesitan para establecer su orden». (Agustín García Calvo).
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Monografías 06. BIBLIOTECA HUMANIDADES
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«La mecanización de la fiesta, la planificación industrial y comercialización de la misma (Navidades, Reyes, días del padre y de la madre...) o esas formas minúsculas de celebración en discotecas, «pubs», bares, pequeñas sociedades corpusculares, le quitan toda posibilidad de una mayor participación de la colectividad». (Julio Caro Baroja entrevistado por Emilio Temprano). -- «Las grandes ciudades de la baja Edad Media (tales como Roma, Nápóles, Venecia,París, Lyon, Nuremberg, Kóln, etc) llevaban durante tres meses al año -si no más, si sumamos todas las fiestas- una vida absolutamente carnavalesca. Puede decirse (manteniendo evidentemente ciertas reservas) que el hombre de la Edad Media tenía dos vidas: la una oficial, monolíticamente seria y limitada, sometida a un orden jerárquico rígido, penetrado de dogmatismo, de temor, de veneración, de piedad, y la otra de carnaval y de plaza pública, libre, llena de risa ambivalente, de sacrilegios, de profanaciones, de envilecimientos, de inconveniencias, de contactos familiares con todo y con todos». (Mijaíl Bajtín). -- «Habéis oído todos hablar de la institución de las orgías, también en los pueblos llamados primitivos, que estaban destinadas justamente a esto, es decir, a procurar una especie de desahogo en plazos limitados, en días limitados -un día al año, un día a la semana- de aquello que se sospechaba que en el pueblo podría resultar peligroso si no encontraba este desahogo. Y de esta manera, concediendo el desahogo de la orgía pues, naturalmente, se aseguraba el orden total y, sobre todo, se aseguraba por medio de lo que he dicho: que la alternancia entre días rojos y días negros, entre la fiesta y el trabajo, produjera la creación de ese tiempo vacío, ese tiempo siempre destinado al futuro, siempre destinado a la muerte, que es el tipo de tiempo que Capital y Estado necesitan para establecer su orden». (Agustín García Calvo).

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