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Las mutaciones políticas, sociales o filosóficas que la Revolución francesa y la epopeya napoleónica trajeron consigo constituyen un objeto de estudio permanente, pero ¿sabemos a ciencia cierta qué transformaciones experimentó la música con los acontecimientos que tuvieron lugar entonces en toda Europa? Se ha hablado mucho de la repercusión de las músicas militares en las sinfonías de Beethoven, e incluso en Rossini, cuya estética ruidosa todavía proclama su condición de ±hija de un siglo de estruendo». Asimismo, se han visto florecer, bajo esta inspiración guerrera, multitud de obras de circunstancias ?representaciones musicales de batallas o cantatas?, que ilustran de manera pintoresca una actualidad fecunda en episodios agitados. Pero, más allá de esto, resulta sorprendente el empeño puesto en la simplificación del discurso que a menudo anima a gran número de compositores, ya sean las experimentaciones con las masas sonoras llevadas a cabo por Gossec y Méhul al escribir para los festejos de la Revolución, o las que desarrolló Beethoven con su célebre brío, consideradas en aquel momento como ±colosales». Se manifiesta así una inclinación general por los efectos sonoros poderosos, una gran afición por la instrumentación recargada, una predilección por los tiempos rápidos y por las interpretaciones enérgicas. Así pues, en esta transición de los siglos XVIII al XIX, que acompaña el fragor de las batallas revolucionarias y napoleónicas, nace un nuevo tono, compuesto por registros diversos: hieratismo sublime en Gluck, lentitud reflexiva en Beethoven, fascinación por la rapidez y afición por el arrebato en Weber, efectos de masa y de espacialización sonora en Berlioz, embriaguez rítmica en Rossini. Este libro, enriquecido por el pensamiento de los grandes escritores de una época en la que el sentimiento de lo sublime alcanzó su cima, analiza la unidad de este campo estilístico, réplica de los grandes terremotos que convulsionaron la Historia.