Esta Guía no pretende marcar preceptos ni servir dogmáticamente al establecimiento de dosis terapéuticas de ninguno de los principios activos en ella incluidos. Su utilidad radica, pensamos, en la propia información que ésta posee con relación a la forma de actuar y usos que de esos principios se suelen hacer en el área de urgencias y emergencias y al hecho de que en estas situaciones el paciente requiere una vigilancia, si cabe, más especial y estrecha contemplándose una reevaluación más celosa y continua. La administración de medicación y fluidoterapia son una actividad que compete a la enfermera en el contexto de intervenciones de lo que llamamos {u0093}problemas de colaboraciónö, que son aquellos problemas de salud reales o potenciales en los que el usuario requiere que hagamos por él las actividades de tratamiento y control prescritos por otro profesional, generalmente el médico. Se trata de situaciones relacionadas con la patología, con la aplicación del tratamiento prescrito por otro profesional, y con el control tanto de la respuesta a éste como de la evolución de la situación patológica. Aunque los problemas de colaboración estén situados en el punto de intersección entre nuestro trabajo y el de otro profesional, es evidente que el centro de atención no es la situación fisiopatológica ni el profesional con el que colaboramos, sino el usuario, específicamente, la ayuda que éste requiere para seguir el tratamiento o para controlar dicha situación fisiopatológica. Somos pues nosotros, enfermeros poseedores de la técnica y de los conocimientos, los que en la mayoría de las ocasiones administramos esa medicación en esa idea de trabajo en equipo que debe imperar en nuestra actuación ante las urgencias y las emergencias.