En esos días de cárcel, sólo con sí mismo. Con sus reflexiones, con su íntimo pensamiento en el que vienen oleadas todos los aconteceres de toda una vida, Antonio ha pergeñado estos recuerdos. Sinceros, personales, absolutos, como cualquier maravilloso pase o gesto de una de sus danzas. Y si lo comparamos con su arte es por eso: por lo sinceros, por lo personales, por lo que tienen de auténticos, ya que en esas horas en que sólo se contempla el blanco de la pared y el negro de la reja, la conciencia se posibilita, el sentimiento se sensibiliza aún más que a la hora de crear un nuevo ballet y surge en el alma esa música trágica que, acompasada al corazón, vierte gota a gota, en el blanco del papel las notas personales de todo lo que es, todo lo que supone la pérdida de la libertad

Colección Rafael Lario Pérez.1917-1985