Escritos de teoría y crítica teatral / Gonzalo Torrente Ballester

Por: Torrente Ballester, GonzaloTipo de material: TextoTextoSeries Biblioteca Gonzalo Torrente Ballester ; 5Detalles de publicación: Vigo : Academia del Hispanismo, 2009 Descripción: 435 p. ; 24 cmISBN: 84-96915-56-5Tema(s): Teatro -- Historia y crítica | Teatro -- Estudios, ensayos, conferencias, etcResumen: Gonzalo Torrente Ballester desarrolló una importante reflexión intelectual sobre el arte escénico, que, al contrario de su prontamente abandonada actividad como escritor dramático, ocupó gran parte de su vida. Dicha reflexión comienza muy tempranamente, con el texto {u287A}ón y ser de la dramática futuraö (que vio la luz en las páginas de la revista Jerarquía en 1938) y continuará con sus colaboraciones y reseñas críticas en el diario madrileño Arriba entre julio y diciembre de 1941 y con los ensayos y crónicas que verían la luz en las páginas de la revista Escorial en los periodos 1941-1942 y 1949-1950.Este conjunto de textos constituyen la primera etapa de su labor de teórico y crítico del teatro, muy marcada por la pervivencia en ella de unos presupuestos derivados de la concepción fascista del arte que por entonces suscribía. A partir de enero de 1951 se inicia una segunda etapa más dilatada y en la que sus reflexiones adquirirán un carácter más sistemático, al incorporarse como crítico titular a la redacción del diario Arriba; el desarrollo continuado de esa labor durante casi doce años (hasta abril de 1962) determina que su pensamiento en torno al hecho teatral experimente una notable evolución con relación a la etapa precedente, mitigándose el dogmatismo de aquélla y mostrándose abierto a las nuevas propuestas escénicas escasamente compatibles con los principios antes sustentados. No obstante, aunque las exigencias derivadas de sus convicciones ideológicas iniciales fueron quedando atrás, sí se mantienen, en cambio una serie de presupuestos derivados de su concepción rigurosamente formalista del arte escénico que le lleva a una exigencia rigurosa de la perfección sin fisuras del los mecanismos sobre los que se sustenta la fábula dramática.Resulta posible referirse aún a una tercera etapa en la que se incluirían sus colaboraciones en las revistas Triunfo y Primer Acto, situadas, por su carácter aperturista, en una órbita muy alejada del campo de gravitación del Régimen en la que hasta entonces se había movido nuestro autor. Se plantearía, no obstante, el problema de la superposición de esta tercera etapa con la precedente, dado que sus colaboraciones en Primer Acto se inician en 1957 cuando todavía continuaba ejerciendo la crítica en el diario Arriba; pero el problema se mitiga si tenemos en cuenta la mencionada evolución del pensamiento de Torrente sobre el hecho teatral a lo largo de los 12 años en que ejerció la crítica en el órgano considerado portavoz oficioso del franquismo: las posiciones que mantiene en éste no resultan en modo alguno disonantes con las expuestas en los textos que escribe para la revista dirigida por José Monleón, dado que el integrismo ideológico de los primeros años había ido dejando paso a un discurso más centrado en la valoración del rigor compositivo y la coherencia de las obras objeto de su análisis así como en una concepción del teatro en la que primaba la defensa de los valores humanísticos.La tiranía de
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Gonzalo Torrente Ballester desarrolló una importante reflexión intelectual sobre el arte escénico, que, al contrario de su prontamente abandonada actividad como escritor dramático, ocupó gran parte de su vida. Dicha reflexión comienza muy tempranamente, con el texto {u287A}ón y ser de la dramática futuraö (que vio la luz en las páginas de la revista Jerarquía en 1938) y continuará con sus colaboraciones y reseñas críticas en el diario madrileño Arriba entre julio y diciembre de 1941 y con los ensayos y crónicas que verían la luz en las páginas de la revista Escorial en los periodos 1941-1942 y 1949-1950.Este conjunto de textos constituyen la primera etapa de su labor de teórico y crítico del teatro, muy marcada por la pervivencia en ella de unos presupuestos derivados de la concepción fascista del arte que por entonces suscribía. A partir de enero de 1951 se inicia una segunda etapa más dilatada y en la que sus reflexiones adquirirán un carácter más sistemático, al incorporarse como crítico titular a la redacción del diario Arriba; el desarrollo continuado de esa labor durante casi doce años (hasta abril de 1962) determina que su pensamiento en torno al hecho teatral experimente una notable evolución con relación a la etapa precedente, mitigándose el dogmatismo de aquélla y mostrándose abierto a las nuevas propuestas escénicas escasamente compatibles con los principios antes sustentados. No obstante, aunque las exigencias derivadas de sus convicciones ideológicas iniciales fueron quedando atrás, sí se mantienen, en cambio una serie de presupuestos derivados de su concepción rigurosamente formalista del arte escénico que le lleva a una exigencia rigurosa de la perfección sin fisuras del los mecanismos sobre los que se sustenta la fábula dramática.Resulta posible referirse aún a una tercera etapa en la que se incluirían sus colaboraciones en las revistas Triunfo y Primer Acto, situadas, por su carácter aperturista, en una órbita muy alejada del campo de gravitación del Régimen en la que hasta entonces se había movido nuestro autor. Se plantearía, no obstante, el problema de la superposición de esta tercera etapa con la precedente, dado que sus colaboraciones en Primer Acto se inician en 1957 cuando todavía continuaba ejerciendo la crítica en el diario Arriba; pero el problema se mitiga si tenemos en cuenta la mencionada evolución del pensamiento de Torrente sobre el hecho teatral a lo largo de los 12 años en que ejerció la crítica en el órgano considerado portavoz oficioso del franquismo: las posiciones que mantiene en éste no resultan en modo alguno disonantes con las expuestas en los textos que escribe para la revista dirigida por José Monleón, dado que el integrismo ideológico de los primeros años había ido dejando paso a un discurso más centrado en la valoración del rigor compositivo y la coherencia de las obras objeto de su análisis así como en una concepción del teatro en la que primaba la defensa de los valores humanísticos.La tiranía de

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